A mediados del siglo XIX el Romanticismo empezó a experimentar un claro declive que hizo necesaria una renovación estética. Emergieron entonces dos movimientos que, amparados en el cientifismo y en la revolución ideológica del darwinismo y las reivindicaciones sociales, abogaron por la necesidad de una mirada crítica y objetiva de la realidad.
Así, los autores del Realismo y el Naturalismo pusieron de manifiesto que ya no se interesaban solo por el individuo, sino por la colectividad, que no se detenían en una recreación más o menos fantasiosa de un pasado, sino que trataban de dar respuesta a la problemática del presente, y, finalmente, que huían de la idealidad para dejar espacio al descarnado reflejo de una compleja realidad social antes soslayada.
Por Dra. Nieves Algaba Pacios.
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